Nuestro amor está atrapado ahí, en esas cuatro paredes que nos han acogido tantas veces siendo testigos innegables de nuestro amor y deseo. Cuantos días al caer la tarde fuiste hogar, cálido e inolvidable, no ofreciendo mas que azulejos, un cuadro viejo y un espejo que tomaba nota de cada movimiento feroz de esta pasión.
Sin ventana al mundo, dos puertas, cuatro patas, un chillido repicante, un sillón lunamielero, una maquina polar, una caja mágica, un teléfono que no llama y al lado una vecina que habla con nosotros sin vernos nunca a la cara. Cuatro paredes, cuatro esquinas en donde insospechadas ocasiones nos atrapamos a besos y nostalgia, música suave de fondo, una luz que no se ocupa, un silencio limpio más allá de nuestro propio entorno.
Una colonia de paso, donde los vecinos no se conocen. Amores clandestinos y precipitados.
Historias fugazmente, eternas.
El único lugar en la tierra en donde siempre valió la pena, que estuviéramos desnudos los dos.
Sin ventana al mundo, dos puertas, cuatro patas, un chillido repicante, un sillón lunamielero, una maquina polar, una caja mágica, un teléfono que no llama y al lado una vecina que habla con nosotros sin vernos nunca a la cara. Cuatro paredes, cuatro esquinas en donde insospechadas ocasiones nos atrapamos a besos y nostalgia, música suave de fondo, una luz que no se ocupa, un silencio limpio más allá de nuestro propio entorno.
Una colonia de paso, donde los vecinos no se conocen. Amores clandestinos y precipitados.
Historias fugazmente, eternas.
El único lugar en la tierra en donde siempre valió la pena, que estuviéramos desnudos los dos.
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