Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de julio, 2014

El Mar... Confusiones.

Y aunque algunos alegan que es mujer y que debo llamarlo "La Mar" para mi es un masculino inminente, no puedo llamarlo como mujer, seria demasiado inocente creer esa confusión cuando a plena vista veo lo que quiere ser... lo que es. Es azul, y su reflejo tiñe el cielo... o viceversa, ya no sé. Pero ¿cómo un color tan varonil podría ser mujer? a ciertas distancias y en algunos lugares he podido observarle, esmeralda, turquesa, azul celeste y hasta cristalina... como todo buen varón. Es un  HÍBRIDO  dijo mi nemesis, mi otro yo... No sé de qué modo inocente podría ser femenino, mi mar... porque es mio. Cada año vive una situación, que se parece a la que cada 28 vivo yo, pero esa no es prueba suficiente, díganme si existe alguna otra razón. Llego a sus orillas, a las vertiginosas corrientes, escandalosas emboscadas que terminan asegurándome que es fuerte y que se quiere hacer escuchar. Tiene vida dentro, pero no la produce en si mismo, aunque las alimenta y sirve de guía a

Cuatro Paredes

Nuestro amor está atrapado ahí, en esas cuatro paredes que nos han acogido tantas veces siendo testigos innegables de nuestro amor y deseo. Cuantos días al caer la tarde fuiste hogar, cálido e inolvidable, no ofreciendo mas que azulejos, un cuadro viejo y un espejo que tomaba nota de cada movimiento feroz de esta pasión. Sin ventana al mundo, dos puertas, cuatro patas, un chillido repicante, un sillón lunamielero, una maquina polar, una caja mágica, un teléfono que no llama y al lado una vecina que habla con nosotros sin vernos nunca a la cara. Cuatro paredes, cuatro esquinas en donde insospechadas ocasiones nos atrapamos a besos y nostalgia, música suave de fondo, una luz que no se ocupa, un silencio limpio más allá de nuestro propio entorno. Una colonia de paso, donde los vecinos no se conocen. Amores clandestinos y precipitados. Historias fugazmente, eternas. El único lugar en la tierra en donde siempre valió la pena, que estuviéramos desnudos los dos.

Entre nosotros...

Entre nosotros, ya no hay nada. Nada más que una sonrisa fingida por las mañanas y una larga mirada al caer la tarde, sin más. Entre nosotros, ya no queda nada. Nada más que una arrogante gentileza precipitada por el odio que me tiene y por mi amor que aún yace. Entre nosotros, mi amor, entonces ya no hay nada aunque impunemente me contradice la nostalgia de saber que tememos reprimido el deseo de estar juntos, porque la sociedad no nos quiere amandonos  porque aquí fuera nuestro amor no vale nada. Entre nosotros, Vida Mía, no tenemos nada porque todo se ha mudado al fondo, fondo de nuestro pecho, adentro, en el alma donde sólo usted y yo entendemos que todas las guerras sufridas este amor las vale y las valdrá, hasta que caiga el alba.