Luego de una larga espera en la banca de un parque, me atreví a mirar más lejos y en la dirección que mi nariz apuntaba; me sentía desconcertada, anonadada, admirada y preocupada ¿sería posible que la vida, realmente cambiara de un momento a otro? ¿Sería posible que el futuro podía dejar de vislumbrarse tan hermoso como en los sueños de cualquiera aferrado a esta vida? No había más que preguntar, mis ojos ya no querían llorar, era tarde y nada podía hacer ya. La vida me estaba cobrando lo que aún no había podido disfrutar. Y quedándome tan poco por luchar comencé a observar aquellas cosas que antes y si no fuera por esto jamás habría podido captar. Mire al cielo y me percate que las nubes forma podían tener, imagine que hasta en algodón de azúcar las podía transformar, esto me hizo sollozar. Vi más lejos y encontré el llanto de un niño, socorrido por su madre. Entendiendo ese lenguaje mudo que no se explica más que con miradas y lágrimas fugaces, deseosas de atenc
A un millón de años luz de casa... Intensa, lúcida, lúdica e irreverente. Locutora de radio, comunicadora social por placer, fotógrafa de cumpleaños y por emergencia, runner y lectora compulsiva.