Llevo un tiempo lanzandome desde la ventana de la casa, luego de ver a las personas pasar, apuradas, agobiadas y sin tiempo para lo importante; me acomodo y afilo mis garras en la tela descosida del sofá, me recuesto ahí sin saber cuando tiempo me he dedicado a solo existir.
Deambulan mis ronroneos para mi misma y mientras mis patas apelmazan mi zona de confort. Me he quedado sola y solo soy La Gata, no hay más que hacer que dejar caer mi gracia y hacer sonar mis maullidos solitarios sobre la cocina.
Como cualquier animal lleno de gracia y con talento para ser yo he debido acostumbrarme a la soledad. A dejar que me admiren, que me alaben, que me den cariño pero sin permitirles pasar a lo recóndito de mi mente. Existe una gran tranquilidad en que me dejen ser yo, hay una paz envidiable en que me dejen solo ser.
No quiero que nadie me adopte, me siento bien así... No quiero encontrar otro hogar, así me siento completa. Existe en la galaxia de mis ojos un espacio infinito en donde si los ves con detenimiento puedes encontrar la historia de quien me amó, pero todo eso se recubre cuando la soledad impregna mi tiempo, cuando puedo ser la gata que se mueve grácil mientras sus piruetas adornan los momentos de existencia.
Solo quiero ser La Gata que elegante se mueve en el espacio/tiempo del imperdonable destino al que hemos sido condenados. Solo quiero ser quien feliz se encamina a reencontrarse con quien amó.
Existe algo placentero en la soledad y he debido ser un gato para entender.
Comentarios