“Ella se aferraba con todas sus fuerzas a él, lloraba aun inconsciente de ello, le gritaba que jamás lo dejaría ir. Él, por su parte la veía a los ojos y le susurraba en el oído: todo estará bien; lentamente él beso su mano y la abrazo tan fuerte como pudo… hasta que ella despertó.”
En la vida se nos presentan personas, momentos, sentimientos o emociones que nos hacen creer que tocamos el cielo con las manos y como la vida, es cambiante y nada es para siempre, muchos corremos al mundo de la fantasía, en donde al menos en nuestra mente seguimos teniendo lo que perdimos. Algunos conocemos ese sabor agridulce de la nostalgia, nace en otros el anhelo por sentir, por recordar aunque eso signifique dolor… la ansiedad es un enemigo constante, cuando ha llegado la hora de decir ADIOS.
El adiós es parte de la vida, sin embargo no estamos diseñados para dejar ir. El corazón no es más que un musculo, pero nos obliga a sentir… es un musculo que se rompe de forma imaginaria pero el dolor es tan real como un hueso roto en noche de luna nueva. Somos humanos y por defecto de fábrica, nuestras ilusiones, sentimientos y esperanzas se rompen de forma casi involuntaria cuando nuestros pies caminan hacia donde no queremos ir. Nuestra mente sin duda, es un perfecto jugador de ajedrez, sabemos muy bien cómo mover las piezas y por ello nos duele tanto perder. Ninguno, tenga la edad que tenga, sea por educación o experiencia podemos dar la vuelta y fingir que nada paso, es de todos el errar, herir a otros o fracasar lo que no está en predicho es que debemos avanzar y aprender a dejar el pasado atrás.
La vida así como nos quita, también nos da. Abre tus alas, deja ir el pasado, las personas que te hicieron reír o llorar, no importa lo que pase, vive hoy porque mañana quien sabe si lo harás.
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