Ya eran casi las diez de la noche cuando se decidió, su seguro de vida era la solución, no había marcha atrás y era tiempo de ver que había al otro lado. Un pensamiento la hacia temblar y no era el afán de morir sino, cómo se lo diría a él, quería despedirse, decirle que había sido el hombre que más había amado en su vida y que sin importar nada siempre lo iba a amar. Googleaba ideas sobre cómo morir y que pareciera natural, necesitaba ese seguro de vida para salvar a su madre, a su familia; se había convencido que era la solución y salida, pero anhelaba como cualquier reo sentenciado a muerte, una última noche junto a lo que la hacía feliz.
Nueve con cincuenta y seis minutos, era él preguntando si podía verla, parecía que lo había llamado con el pensamiento, parecía mentira, creía soñar... cómo podía ser él en sus últimos minutos de vida, a la mañana siguiente no volvería a abrir los ojos pero ahí estaba él, llamándola, sosteniendola, obligandola a permanecer, ella se sentía triste, afligida pero sin dudar le respondió lo que su corazón le dictó en el momento. Diez minutos más tarde él estaba ahí, tomó su mano mientras conducía, él estaba dolido, hacía varias semanas que ella había decidido dejarlo y él parecía haberse resignado pero no, sus ojos presagiaban dolor, amargado, con el corazón roto... "¿Qué hacias cuando te escribí?" Le preguntó mientras el nudo en su garganta se disimulaba con una sonrisa y ella no pudo responderle con la verdad, solo consiguió exhalar un suspiro, no podía decirle que él había detenido su ejecución. Parecía destino, injusto, pero destino al final. Te amo, repetía una y otra vez y él no imaginaba la vida que inyectaba a su mujer, mientras las líneas amarillas de la carretera los acercaban a su paraíso, aquel para dos, entre cuatro paredes.
En cuanto la puerta se abrió, él la despojó una a una las piezas de su ropa mientras, la besaba lento. Cuando estuvo completamente desnuda, la abrazó con todas sus fuerzas, no se trataba de sexo, nunca lo había sido, era simplemente el más inesperado amor. Le recordó la primera vez que le había dicho que la quería, la valentía que había buscado en su interior para decírselo a pesar de que sabía que lo iba a rechazar, él sonreía mientras sus ojos la besaban centímetro a centímetro y ella lloraba. Le contaba cuanto la había deseado, cuanto la había soñado, cuanto la había adorado...
El destino no podía ser más injusto, hacia años que él no le habría su corazón y justo la noche correcta, la noche que ella había decidido irse, él volvía a la carga y la sujetaba sin descanso a la vida. Él le hizo el amor como loco, sin descanso y el punto G explotaba cuando escuchaba cada Te Amo, ella siempre había sido firme creyente en que el mejor afrodisíaco del sexo era el amor. Y de tanto amar, sus ojos se fueron cerrando mientras escuchaba los latidos de su corazón y su calor le llenaba el alma... Él la había salvado.
Han pasado varios días desde que él sin saberlo la rescató, le dio el sopló de vida, la esperanza tardía, fue su héroe sin saberlo. Aún no se explica como él pudo justamente esa noche decidirse a buscarla, romper su orgullo y sujetarla a la vida, hay cosas que simplemente no tienen explicación pero nunca una había sido tan oportuna, nunca se imaginó que la noche de su suicidio la iba a salvar él único hombre que la había matado de amor.
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