En un breve análisis de lo aprendido en lo que confiere a eso que llamamos vida, porque rutina mal pagada es muy largo, debo admitir que he aprendido demasiado. Aprendí a no confiarme, a no entregar completo poder sobre mis sentimientos, a ser siempre un misterio, a que nadie supiera quería reír o llorar.
Aprendí a reírme llorando y viceversa, que nadie supiera lo que realmente pasaba por mi cabeza. Aprendí a mostrarme ajena al dolor, a la rabia, a ganar espacio dentro de la soledad segura y reconfortante, donde puedo ser yo y no quiero ser nadie más.
Aprendí a no mostrarme enojada, celosa, dolida... era mas fácil ser inexpresiva, mientras ni yo entendía mi dolor o la desilusión. En donde me abrazara la gélida sonrisa del desamor, mientras me subía sólita la camisa engañando con piel al corazón.
Aprendí a ser solitaria, a dejarme querer, a no molestar, a ser antipática para evitar falsedad, aprendí a soltarme y soltar. Aprendí a vivir para mi, sin angustia, con recelo de que nadie explote mi burbuja, con ganas de encontrar en la vida muchísimas más razones para ser feliz que yo, pero como todo en esta vida lleva tiempo lo más importante que aprendí, es a decirme a mi misma: perdón.
Yo aprendí.
Comentarios