"Así crecí volando y volé tan deprisa, que hasta mi propia sombra, de vista me perdió..." Joaquin Sabina
Hay edades en las que eres un niño y juegas, saltas, corres, cantas y comienzas a aprender. La edad en la que el perdón está al alcance de una sonrisa, en la que temes al monstruo en el armario, en la que tus sueños son la casa del árbol que ves en las películas, en las que tus super héroes llegan a casa por la noche ojerosos, cansados de la rutina, deseando ser un nene como el que los espera en casa.
También hay años, en los que somos febriles, juguetones, cursis, desalmados con los que nos dieron la vida, pues creemos saberlo todo; en donde ya no somos niños pero tampoco somos adultos. Es esa edad en la que soñamos con un amor para toda la vida, en donde creemos que todo está al alcance de las manos, en donde enamorarnos es cuestión de con quien me veo mejor, en donde quien soy depende más de la moda en curso.
Pero tambien hay edades en donde todo se define...
Y entonces, una mañana de repente te conviertes en adulto y te avisan que de ahora en adelante la vida es y será diferente. Que debes conseguir un empleo, levantarte temprano, que tu sueldo debe alcanzarte un mes y cubrir tus necesidades, que comienza la cuenta regresiva para conseguir el cuento de hadas, que ya sos mayor pero que aun no eres un viejo. Llegas a la edad, en donde claro que deseas casarte y tener todo lo que dijeron que tendrías a los veintes para ser considerado normal, carrera terminada a los 22, matrimonio a los 24, hijos a los 25... Todo sería perfecto si para todos se pudiera cumplir. Pero tambien existimos los que a los veintes, después de elevar vuelo de nuestros nidos, solo queremos seguir elevándonos al punto en que la libertad sabe tan bien, que va en contra de todo lo que nos pudiera atar, en donde llegamos a la dichosa edad para no amar...
Dicen otros que alcanzan el sueño de los veintes que los fracasados que vivimos libres, estamos amargados por lo que nos falta, el comentario frecuente es que hemos cambiado, en donde enamorarnos es cuestión de sentirnos bien con alguien, que nos hagan compañía, en donde exhibimos poco los sentimientos por aquello de la calidad de lo que damos y solo nos importa que la disfrute a quien se la dedicamos, en donde tocamos realidad y sabemos por experiencia, que todo un drama romántico como el de las pelis, no nos basta, en donde nos enamoramos pero sin olvidarnos de nuestra vida... En donde nadie más que nosotros sabemos que es lo que nos hace feliz.
Llegamos a una edad en la que San Valentín es puro marketing, en la que la mejor cancion es aquella que nos cuenta una historia de las de verdad, en donde no quieres perderte de esa maravillosa sensación de terminar una semana de trabajo y quedarte en casa a descansar, en donde el drama de los celos amorosos no nos es indispensable, en donde amar es cuestión de ser libre, en donde muy bien puedes complacer tus gustos sin la desgracia de sentirte culpable, esa es la edad en que sabes que para querer a alguien con toda tu alma no hace falta gritárselo al mundo, que quedarte en la clandestinidad no es un pecado, en la que Dios es más una guía que un ¿qué dirán?.
Basta decir que llegamos a esa edad en la que nuestra amante es una soledad bendita con la que recorremos la casa en pleno domingo solo en calzón, en la que amamos a alguien que no se queda a desayunar pero piensa en nosotros a las 2 pm cuando está más ocupado, en la que no quieres que te quieran más sino, bonito y mejor.
Lo suficientemente joven para seguir equivocándonos, lo suficientemente viejos para seguir viviendo después del error.
Comentarios
Somos lo que somos y no podemos luchar contra la naturaleza, no podemos ni queremos cambiar la esencia que nos hace único.
Sos un ser maravilloso y como lo dije antes, agradezco que Dios te haya puesto en mi camino.