Cada noche suele ser una guerra perdida al tratar de dormir y mi compañera de batalla es esa almohada dura que me provoca migrañas pero que sigue siendo mi favorita, porque me permite abrazarla y ponerle nombres diferentes, al menos le he puesto dos en los últimos cinco años y si, ya cambie de almohada pero cada una de ellas tomaron como piedras mis sueños... por eso en vez de acomodar mi cabeza, reconfortan mi corazón.
Soy extraña entre entre extraños y sin embargo soy de puñada, poco común y poco sencilla seria una perfecta definición, aunque eso no se demuestra en mi cabello desaliñado, mis ojos con maquillaje corrido aunque lo quite por las noches, regularmente amanezco sin una parte de mi pijama y jamas les revelare cuál, nunca he logrado verme como una de esas que amanecen en los anuncios comerciales de televisión... así de puñada soy.
Pero a pesar de ser una persona tan común padezco de un mal singular, me cuesta dormir y es un hecho. Yo no concibo hacerlo, aunque hay días de excepciones como cuando muero de cansancio pero, por lo regular dormir no esta dentro de mis planes, al menos, no a una hora adecuada. Podría darles nombre y apellido de quienes han compartido el suplicio de querer que yo duerma, desde cuentos, canciones, platicas y rumores, películas y sinsabores... Incluso el culpable de mis insomnios lo intentó durante casi un año sin mayor solución.
Él, me recuerda mucho a Orwell, intentó hacerme dormir tantas veces oyendo el suave silbido de sus pulmones, un silbido tan poético y astral que merece un cuento para si solo. Con él la guerra es la paz, mi descanso era mi insomnio... mientras pudiera ser a su lado.
Hoy en soledad, mi insomnio es lo que es...
Si volvemos al hecho de que no puedo dormir, a veces pienso de que en otra vida, tal vez en otra galaxia fui un ser sin necesidades básicas no sé, me hace reír mi imaginación. Pero debido a mi mal siempre tengo que enmendar mis horas extras despierta, leyendo y analizando, leyendo e imaginando, leyendo y llorando, leyendo y recordando, leyendo y...
Es tan reconfortante llegar a la madrugada con la almohada dura sobre mi brazo derecho que sostiene el libro en turno, mientras mi cabeza reposa la imaginación sobre Pepe mi oso de peluche favorito, suave y cómodo, taciturno y prudente, el mejor de mis amigos... me entenderán los que saben de lealtad.
Mis sabanas siempre son azules, he creído desde toda mi vida, que son como diría la matriarca de mi familia "las más fresquitas"; mi cama está pegada al ventanal y esa es quizá la conspiración mas grande en mi contra, lo que realmente no me deja dormir ni ahora ni nunca. Tengo la oportunidad de compartir los capítulos de mis libros con las estrellas, mientras estas se apaciguan dándome su opinión brillante; cuando algo en la historia no va bien simplemente algunas huyen y les pido un deseo mientras las veo marchar, otras sin embargo se quedan conmigo sin importar el libro en turno y solo desaparecen cuando se echan a llorar...
Odio tanto escoger un mal libro para mi lectura nocturna, odio hacerlo por esas veces que logro deprimir a mis estrellas al punto del invierno y paso meses sin arrullo, ellas no vienen a verme acumular ideas bajo mis ojos... meses en que ellas se olvidan que yo no puedo dormir y no me cantan canciones de cuna, canciones que a veces lo logran y otras solo se apiadan de mi soledad.
A pesar de que no sirva mas que para leer gusta mi cama, mis duras almohadas, amo ese ventanal... me fascina compartir mi cama con un libro cada noche y llegar a la hora del alba seduciendo a Morfeo pero dejandole escapar. Adoro amanecer despeinada y me desconocería sin el suave aroma a recuerdos que tienen mis sabanas... recuerdos de quien nunca estuvo y jamas estará.
Soy extraña entre entre extraños y sin embargo soy de puñada, poco común y poco sencilla seria una perfecta definición, aunque eso no se demuestra en mi cabello desaliñado, mis ojos con maquillaje corrido aunque lo quite por las noches, regularmente amanezco sin una parte de mi pijama y jamas les revelare cuál, nunca he logrado verme como una de esas que amanecen en los anuncios comerciales de televisión... así de puñada soy.
Pero a pesar de ser una persona tan común padezco de un mal singular, me cuesta dormir y es un hecho. Yo no concibo hacerlo, aunque hay días de excepciones como cuando muero de cansancio pero, por lo regular dormir no esta dentro de mis planes, al menos, no a una hora adecuada. Podría darles nombre y apellido de quienes han compartido el suplicio de querer que yo duerma, desde cuentos, canciones, platicas y rumores, películas y sinsabores... Incluso el culpable de mis insomnios lo intentó durante casi un año sin mayor solución.
Él, me recuerda mucho a Orwell, intentó hacerme dormir tantas veces oyendo el suave silbido de sus pulmones, un silbido tan poético y astral que merece un cuento para si solo. Con él la guerra es la paz, mi descanso era mi insomnio... mientras pudiera ser a su lado.
Hoy en soledad, mi insomnio es lo que es...
Si volvemos al hecho de que no puedo dormir, a veces pienso de que en otra vida, tal vez en otra galaxia fui un ser sin necesidades básicas no sé, me hace reír mi imaginación. Pero debido a mi mal siempre tengo que enmendar mis horas extras despierta, leyendo y analizando, leyendo e imaginando, leyendo y llorando, leyendo y recordando, leyendo y...
Es tan reconfortante llegar a la madrugada con la almohada dura sobre mi brazo derecho que sostiene el libro en turno, mientras mi cabeza reposa la imaginación sobre Pepe mi oso de peluche favorito, suave y cómodo, taciturno y prudente, el mejor de mis amigos... me entenderán los que saben de lealtad.
Mis sabanas siempre son azules, he creído desde toda mi vida, que son como diría la matriarca de mi familia "las más fresquitas"; mi cama está pegada al ventanal y esa es quizá la conspiración mas grande en mi contra, lo que realmente no me deja dormir ni ahora ni nunca. Tengo la oportunidad de compartir los capítulos de mis libros con las estrellas, mientras estas se apaciguan dándome su opinión brillante; cuando algo en la historia no va bien simplemente algunas huyen y les pido un deseo mientras las veo marchar, otras sin embargo se quedan conmigo sin importar el libro en turno y solo desaparecen cuando se echan a llorar...
Odio tanto escoger un mal libro para mi lectura nocturna, odio hacerlo por esas veces que logro deprimir a mis estrellas al punto del invierno y paso meses sin arrullo, ellas no vienen a verme acumular ideas bajo mis ojos... meses en que ellas se olvidan que yo no puedo dormir y no me cantan canciones de cuna, canciones que a veces lo logran y otras solo se apiadan de mi soledad.
A pesar de que no sirva mas que para leer gusta mi cama, mis duras almohadas, amo ese ventanal... me fascina compartir mi cama con un libro cada noche y llegar a la hora del alba seduciendo a Morfeo pero dejandole escapar. Adoro amanecer despeinada y me desconocería sin el suave aroma a recuerdos que tienen mis sabanas... recuerdos de quien nunca estuvo y jamas estará.
Si amas a una rosa que vive en una estrella, es muy dulce mirar el cielo por las noches...
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