You never call me when you're sober, you only want it 'cause it's over...Nuevamente me recibe con los ojos inyectados de rojo sangre, sulfurados ante la sonrisa inherente que solo yo, soy capaz de darle sabiendo que ese es él. Y de un segundo a otro, redimido como siempre, me da su versión del más menospreciado de los hombres ante mi mirada inocentemente expectante, sé bien lo que ocurrirá pero me regalo el beneficio de la duda aunque que no tengo nada a mi favor.
Me sonríe y el sentimiento le traiciona, hay paz en su mirada, alegría de verme esperando por él. Enmudece y se sonroja, me pregunta con un nudo en la garganta: "¿qué haría yo sin usted?", una a una cuenta las hazañas y desventuras del día esperando ver la piedad en mis ojos... pero en ellos solo hay amor. Mi mano se vuelve inquieta deseando tomar la suya con todas mis fuerzas, mi corazón palpita a toda velocidad, no logro formular palabra pero en mi silencio se dice bastante.
Su olor me descontrola, jamas he podido calcular los grados exactos de alcohol que le permiten amarme, quizá haya necesidad de más alcohol que sangre, quizá nuestra naturaleza misma necesita ser suplantada, hasta tener la valentía de permitirse vencer por este amor.
Lentamente nuestras respiraciones se agitan, sé lo que esta por suceder, sé que mañana ya no me va a recordar otra vez, pero ¿qué más da? le necesito como al agua en mayo, le necesito como le es necesario el sol al verano. Yo lo necesito...
Sus labios dominantes son suficientes para compensar sobradamente esta angustia que hay en mi alma por su amor, mientras su profunda voz exhala casi en un susurro fantasmal: "La he extrañado tanto", sus manos tan perfectas y sabias me envuelven en caricias impregnadas de ternura; soy suya, soy de él... Y aunque pudiera no voy a negarle jamas, no quiero perderle otra vez.
Sus brazos me sostienen y siento segura mi alma, su calor me da vida, la ruta de nuestro amor ha hecho el mapa en nuestra piel... nos pertenecemos uno al otro en un instante mas silencioso que el día de nuestra primera aurora. La hora esta marcada y no quiero que se vaya, pero el reloj ha avanzado recordando que es necesario el adiós; cierro mis ojos ahogando un gemido desesperado porque no quiero dejarle ir...
Es todo, él me ha abandonado como siempre y sin consciencia me deja sola otra vez.
Dos de la madrugada con treinta y seis minutos, mi cabello esta revuelto y tengo sed. Estoy borracha. La cabeza me da vueltas y la luz de la lampara lastima mis ojos, las botellas están vacías, mis sabanas mojadas porque el llanto sigue siendo incontrolable cuando se trata de él, me siento afónica porque no sé cuanto grité, mi maquillaje esta corrido y mis ojos fueron devastados por una tormenta que no se parece a la que sobreviví ayer... Sin lugar a dudas, corrompí mi soledad con una distracción etílica y sin embargo aun no sé cuál cantidad sería adecuada para que la hora no llegue, para que se quede conmigo, para no verle marcharse otra vez...
Mas tarde de nuevo, lo intentaré.
Comentarios