"Yo a ti te conozco de antes... he visto esos ojos andantes" Cultura ProféticaSonrió con sus ojos, como cuando realmente sonríe el alma; arqueo una ceja mientras la mirada se le llenaba de esperanza dejando vacíos ese par de huecos en sus mejillas, aclarando como sol de verano ese par de delineados labios rosados.
Nos quedamos mirando por largo rato sin decir palabra alguna, eran nuestros ojos los encargados de redimir lo que no nos habíamos dicho en mucho tiempo. Había culpa, dolor, tristeza, perdón, paz y sobre todo amor, de ese amor que solo podes sentir por una persona en toda tu vida y del que sin importar quien venga siempre seguirá siendo el mismo amor para la misma persona, por siempre.
Comencé a examinarla un poco más flaca, su cabellera lacia y larga, más natural de maquillaje, erguida y risueña sin querer enamorar a quien la viese, modesta y taciturna como siempre la amé. Suspiré. Ella tan increíble como siempre la anhelé regresó de una guerra perdida, de un sinsabor en la cocina, de una despedida de hospital, de una duda frente a un motel, de un te perdono ante una guillotina... Ella volvió.
Sin maletas, sin atrasos, sin aferrarse al dolor, su mirada no guardaba resentimiento; por fin ella regresaba a mi, libre de ese desamor. Regresó a mi y solo para mi, con sus sonrisas exageradas al emocionarse, con sus cuentos nocturnos y sus películas mentales, con su desequilibrio armonioso, con sus sonrojadas mejillas cada que mis ojos la admiran, con sus ganas de estar conmigo en nuestra enternecida soledad.
Ella volvió o debería decir he vuelto al fin, me he visto frente al espejo describiéndome con la alegría de estar de nuevo aquí, la tormenta ha pasado, el dolor se marchó, ya no hay deseo por esa guerra y me ha dejado de interesar lo que no debo tener... Y mi cálido invierno me recibe con el deseo de que jamas mire de nuevo atrás.
Una vez más y para siempre, estoy aquí.
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